.Problemas de comportamiento (ii)
A la hora de abordar en nuestros
centros educativos el control del comportamiento en las aulas encontramos en nuestros RRI un gran
número de consecuencias que se derivan del incumplimiento de las reglas. Es
decir, aplicamos consecuencias DESPUÉS de producidos determinados
comportamientos que consideramos disruptivos, y podemos encontrar fácilmente
los capítulos correspondientes en nuestros reglamentos. ¿Podríamos encontrar
del mismo modo el capítulo de los refuerzos? Es indudable que los utilizamos en
nuestra labor educativa, pero ¿con qué sistematicidad?
Ser conscientes de esto es importante
ya que un
manejo conveniente en nuestras aulas de los refuerzos podría ser un potente
preventivo de los problemas de comportamiento. ¿No merece la
pena tenerlos en cuenta?
Entonces, cuando hablamos de
refuerzos…¿de qué estamos hablando exactamente?
Un reforzador positivo es un
acontecimiento (estímulo) que presentado inmediatamente después
de una conducta, provoca que la
posibilidad de que ocurra dicha conducta o su frecuencia, aumente.
El refuerzo puede ser positivo y negativo. El positivo se da cuando la conducta conlleva la
obtención de un premio; el refuerzo negativo consiste en la evitación o retirada
de un estímulo que es aversivo para la persona. Por ejemplo, apagar una máquina que produce un sonido estridente.
Hay varios tipos de
refuerzo: primarios o innatos: comida, agua; secundarios: se
adquieren con el aprendizaje; materiales: un balón, sociales: una felicitación;
de actividad: una carrera… Externos: vienen del exterior a la persona; autorrefuerzos:
se los proporciona a sí mismo el propio
sujeto; directos y vicarios: el sujeto observa cómo otros reciben el refuerzo;
naturales: se dan en el propio contexto natural o artificiales: se crean para
una ocasión o sujeto determinado…
Para que este
refuerzo surja efecto debe ser consistente y/o sistemático, es decir, se
debe especificar claramente la conducta a reforzar y aplicarlo siempre que
ocurra, de la forma más inmediata posible, por
lo menos al principio, en su justa medida… y se debe diseñar, una vez
establecido el comportamiento a lograr, cómo desvanecer
poco a poco el refuerzo y cómo se
logrará la generalización de ese
comportamiento en otros contextos, si es que interesa.
Hay corrientes
psicológicas que insisten en que los refuerzos más efectivos son aquellos que
se producen naturalmente en nuestros ambientes, mejor sociales y de actividad
que materiales, establecidos con el aprendizaje cotidiano individual o en grupo…
Toda persona reacciona ante
los refuerzos. Sin embargo, debemos tener en cuenta que trabajamos con personas diferentes y que lo que
refuerza a una en un momento concreto puede no hacerlo en otros, y que no todos
los refuerzos “comunes” funcionan para todas las personas de igual forma. A
veces, con un determinado alumno o
grupo es necesario diseñar un
programa de refuerzo específico para establecer una conducta determinada o bien
para eliminarla.
¿Cómo podemos
medir si un refuerzo se ha administrado correctamente? Casi siempre porque provoca un aumento de
la conducta elegida a corto plazo.
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¿De qué tipo de refuerzos “comunes” podríamos disponer en el aula?
¿Por qué es tan importante empezar por reforzar conductas
apropiadas en lugar sólo de castigar las inadecuadas?
¿Cuando
preparas tus clases, programas también este tema o sólo lo curricular?
Abril, 2021. Coordinación de convivencia.
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