viernes, 9 de abril de 2021

 

.Problemas de comportamiento (ii)

refuerzos

A la hora de abordar en nuestros centros educativos el control del comportamiento en las aulas encontramos en nuestros RRI un gran número de consecuencias que se derivan del incumplimiento de las reglas. Es decir, aplicamos consecuencias DESPUÉS de producidos determinados comportamientos que consideramos disruptivos, y podemos encontrar fácilmente los capítulos correspondientes en nuestros reglamentos. ¿Podríamos encontrar del mismo modo el capítulo de los refuerzos? Es indudable que los utilizamos en nuestra labor educativa, pero ¿con qué sistematicidad?

Ser conscientes de esto es importante ya que un manejo conveniente en nuestras aulas de los refuerzos podría ser un potente preventivo de los problemas de comportamiento. ¿No merece la pena tenerlos en cuenta?

Entonces, cuando hablamos de refuerzos…¿de qué estamos hablando exactamente?

Un reforzador positivo  es un acontecimiento (estímulo) que presentado inmediatamente después de una conducta, provoca que la posibilidad de que ocurra dicha conducta o su frecuencia, aumente.

El refuerzo puede ser positivo y negativo. El  positivo se da cuando la conducta conlleva la obtención de un premio; el refuerzo negativo consiste en la evitación o retirada de un estímulo que es aversivo para la persona. Por ejemplo, apagar  una máquina que produce un sonido estridente.

Hay varios tipos de refuerzo: primarios o innatos: comida, agua; secundarios: se adquieren con el aprendizaje; materiales: un balón, sociales: una felicitación; de actividad: una carrera… Externos: vienen del exterior a la persona; autorrefuerzos: se  los proporciona a sí mismo el propio sujeto; directos y vicarios: el sujeto observa cómo otros reciben el refuerzo; naturales: se dan en el propio contexto natural o artificiales: se crean para una ocasión o sujeto determinado…

Para que este refuerzo surja efecto debe ser consistente y/o sistemático, es decir, se debe especificar claramente la conducta a reforzar y aplicarlo siempre que ocurra, de la forma más inmediata posible, por lo menos al principio, en su justa medida… y se debe diseñar, una vez establecido el comportamiento a lograr, cómo desvanecer poco a poco el refuerzo  y cómo se logrará la generalización de ese comportamiento en otros contextos, si es que interesa.

Hay corrientes psicológicas que insisten en que los refuerzos más efectivos son aquellos que se producen naturalmente en nuestros ambientes, mejor sociales y de actividad que materiales, establecidos con el aprendizaje cotidiano individual  o en grupo…

Toda persona reacciona ante los refuerzos. Sin embargo, debemos tener en cuenta que trabajamos con personas diferentes y que lo que refuerza a una en un momento concreto puede no hacerlo en otros, y que no todos los refuerzos “comunes” funcionan para todas las personas de igual forma. A veces, con un determinado alumno o  grupo  es necesario diseñar un programa de refuerzo específico para establecer una conducta determinada o bien para eliminarla.

¿Cómo podemos medir si un refuerzo se ha administrado correctamente? Casi siempre porque provoca un aumento de la conducta elegida a corto plazo.

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¿De qué tipo de refuerzos “comunes” podríamos disponer en el aula?

¿Por qué es tan importante empezar por reforzar conductas apropiadas en lugar sólo de castigar las inadecuadas?

¿Cuando preparas tus clases, programas también este tema o sólo lo curricular?

Abril, 2021. Coordinación de convivencia.

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