Este año, como sucede cada dos
cursos, hemos realizado el viaje de fin de estudios de 4º ESO y 1º Bachillerato. De nuevo ha sido Italia el destino elegido (por algo será, ¿no?) y ha dado también muy buen
resultado. Italia es impresionante, la mires por donde la mires.
A la 01:00 salimos en bus hacia
Madrid. Un bus muy chulo de dos pisos. Entonces no sabíamos cuánto lo íbamos a
añorar más adelante.
¿Sueño? Qué va. Mucha ilusión.
¡Por fin llegó el momento! ¡Y un día antes de lo esperado! ;)
Llegamos con suficiente antelación a Barajas y nos esperaba un gran
notición: el avión saldría al menos con 2 horas y media de retraso. Esos de Ryanair no tienen perdón. Así
que aprovechamos para conocer las instalaciones del aeropuerto, disfrutar
tranquilamente del duty free y tomar antes de salir un tentempié.
El vuelo resultó excelente. El piloto,
de primera. Casi todos ya habíamos viajado en avión y para los que fue la
primera vez resultó una buena experiencia.
Allí la lluvia nos recibió junto
a La Arena, su impresionante anfiteatro romano, y algunos aprovechamos para
comprar ya el primer souvenir: un
paraguas a unos jóvenes emprendedores que los vendían por la calle.
Luego, visitamos la casa de Julieta.
Luego, visitamos la casa de Julieta.
Autobús y hacia el hotel de Lido di Jesolo, cerquita de Venecia. Nos pareció bien, sobre todo su enorme y bonita piscina, a pie de playa, aunque ya era de noche y llovía. Dio igual, tampoco os lo pasasteis mal esa noche en el hotel, con más de una habitación con estupenda terraza.
El segundo día, tras la prima colazione, fuimos a
coger el vaporetto que
nos llevó a VENECIA.
El autobús y el chófer, ambos bastante estrechos, nos obsequiaron pronto con la
anécdota del día: la policía nos paró, el autista (llamémoslo
ya así, en italiano) no disponía de todos los papeles bien controlados,
aguantamos esperando en el bus, recogió la multa y seguimos adelante.
Seguimos el viaje y llegamos a FLORENCIA. Dormimos en
Montecatini y al día siguiente visitamos una de las ciudades más bellas de
Europa y que atesora mucho del mejor arte, sobre todo del Renacimiento. En el check-in para
entrar a la ciudad el autista de nuevo nos castigó
con un descanso de hora y media dentro del bus. Debe ser algo imprescindible
para tomar fuerzas y devorar luego la ciudad, porque la broma nos retrasó
bastante. Al llegar disfrutamos de una
visita guiada a la ciudad, interesantísima. Luego, como cada día, tiempo libre
para conocer, comer, disfrutar y pasear. Esta ciudad no tiene desperdicio. Las
calles y las muchas esculturas en ellas son ya un museo. El David en la Galería
de la Academia, la Galeria de los Uffizi y sus Botticelli, el Museo Galileo, el
espectacular Duomo de Santa María di Fiore con la cúpula de
Brunelleschi, la puerta del Paraíso, el Ponte Vecchio... Vamos, que
nos faltó tiempo.
Yendo a Roma nos detuvimos para
visitar SIENA y PISA. El Duomo y la Plaza oval en
la primera, y esa torre que dicen que está inclinada y ¡cáspita!, lo
está, en la segunda. Fotitos para el recuerdo.
Y por fin llegamos a ROMA. ¿Qué decir? Un monumento de ciudad y el fundamento social y cultural de mucho de lo que hoy somos. Vamos, que ahora entiendes lo que lees gracias a esos romanos.
Plantamos allí la bandera del Bierzo que nos acompañó todo el viaje: vene, vidi, vici.
Recorrimos sus calles, las plazas y fuentes (las tres bellísimas de la Piazza Navona y la de Trevi, bestial), sus monumentales edificios, el barrio del Trastevere... Algunos fuisteis a conocer el Estadio Olímpico asistiendo a un partido de fútbol de la Lazio. Todos conocimos la historia de la ciudad: el impresionante Foro por dentro y el espectacular Colosseo por fuera. Visitamos los Museos Vaticanos, donde disfrutamos de un montón de arte y... de la esperada Capilla Sixtina.
Roma no te la acabas, qué
barbaridad.
Vale, a los hoteles les habían caído las estrellas del cielo y no eran palacios, pero bien que pasasteis las noches en ellos dando vueltecitas attraverso i corridoi e le stanze. Al autista y a un idraulico. Alguna ansiedad y cítrico nos dio un sustito, solucionado, lo justo para alimentar la aventura. El Papa no nos recibió, pero es que me olvidé de avisar y ese día tenía la agenda llena. También nos quedó pendiente alguna otra visita por hacer, pero dicen que siempre hay que reservar algo para querer volver. Ryanair nos la jugó y Vueling lo intentó, pero con nosotros no pudo. Y no llovió, una suerte para poder disfrutar de todos los días. Nos hartamos de pizza y pasta. Nos zampamos unos famosos helados. ¡Y qué cochazos gasta esa gente!
Los cuatro profesores estamos de acuerdo: ha sido un buen viaje y habéis sido un grupo excepcional, todos y cada uno, divertidos, felices, disfrutando al máximo y, cuando fue necesario, cumplidores y responsables.
Esperamos que haya resultado para vosotros una experiencia magnífica. Y eso que nos distéis algo de trabajo, sobre todo porque era un poco complicado llevar la cuenta cada vez de los 65 para no dejarnos a nadie por el camino; aunque tras cuatro o cinco intentos siempre dimos librado. Recordad toda la vida cuál es vuestro número.
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