Estas vacaciones de Navidad se
nos ha ido alguien con una luz deslumbrante. Nos hemos quedado huérfanos de
Fernando Fueyo. Inteligencia, compromiso moral, delicadeza, solidaridad, sentido
del humor y mucho amor. Buena muestra de las cualidades que le adornaban era su
capacidad para tejer y entablar relaciones de amistad profundas y sinceras. Su
desbordante humanidad deja una legión de amigos que se agolpaban para darle un
último adiós en un hospital abrumado y constreñido entre el respeto de los
protocolos COVID y la necesidad de dar una respuesta ante tantas muestras de
cariño. Y es que Fernando se lleva un cachito de nuestro corazón.
Observador innato, con una mirada
era capaz de captar toda una historia. Un trazo de su mano decía más que mil
palabras. Artista polifacético y multidisciplinar, es difícil no encontrar su
huella en radio, prensa, televisión o cualquier otro medio de expresión que se
pusiera a su alcance. Su mirada de niño travieso iba acompañada de la sabiduría
del venerable artista de los 132 años que aseguraba tener.
Ese espíritu inquieto y la
generosidad que le caracterizaban hizo que escogiera colaborar en una experiencia
educativa irrepetible e integrarse en nuestra comunidad educativa, aunque
su vida se desarrollaba a un par de cientos de kms, en Asturias. Visitó solo en
dos ocasiones el IES Bergidum Flavium, pero vía telefónica estuvo con nosotros
mucho más, acompañado siempre de esa energía imparable y poderosa que seguía
conviviendo con un cuerpo que no podía seguirle.
Valoraba mucho nuestro proyecto (más
incluso, que premios y reconocimientos), por la cercanía, espontaneidad y
alegría que ese futuro grupo de artistas le transmitían, por eso preguntaba con
frecuencia por el alumnado y el profesorado del IES Bergidum Flavium. Le emocionó
ver en septiembre a un grupo de alumnas que, sentadas en el suelo, asistieron al
acto de presentación de la Glicina de la Casa de la Radio en Ponferrada. Recordaba
esa imagen con auténtico cariño.
Fernando Fueyo admiraba al
naturalista Alexander von Humboldt y su obra, que citaba con frecuencia. No es
de extrañar, ya que aunaba como nadie los conceptos de “Arte, Ciencia y
Naturaleza” que predicaba el prusiano, pero también conjugaba de manera
excepcional las ideas del otro hermano von Humboldt, Wilhelm (filósofo y
lingüista): “…la educación debe estar construida por la formación de la
sensibilidad y la predisposición para crecer en múltiples intereses
intelectuales, profesionales y técnicos...”. No pudimos tener mejor embajador
del proceso educativo en toda su amplitud.
Sus abedules, recreados por un
grupo de alumnas y alumnos, lucen desde la primavera pasada en una fachada del
IES Bergidum Flavium. Una vez sugirió que sería bello educar la mirada y la
sensibilidad de las personas que habitan los centros educativos, convirtiendo
sus patios en pequeñas galerías de arte, reduciendo ese aspecto de “penitenciaría”
que casi todos tienen. Ahí este instituto es pionero y quizá inspirador para
otros.
“Abedules, albores de la luz”
como describía el artista, tiene las teselas de la parte de abajo más oscuras y
mientras se va elevando el abedul, los colores se van aclarando. Con el alba,
la corteza blanca les confiere una parte de dignidad superior, de almas puras.
La parte de arriba son el aura y el espíritu. Hoy esos abedules rinden homenaje
a un viajero incansable que quiso enredar sus raíces con las nuestras.
Decía que cuando dejara de pintar
moriría, y así ha sido. Cuando hace apenas unos días me comentó que su mente
aturdida por la medicación ya no guiaba su mano, lo supe, aunque interiormente
no quisiera reconocerlo.
Querido abedul de níveas cumbres,
te dolía el dolor ajeno, porque sentías la conexión que compartimos todos los
seres vivos, animales y vegetales. Hoy nos dueles tú. Y dueles mucho, el mundo
era mejor cuando estabas aquí. Dibujaste sonrisas en nuestras caras con tus
ocurrencias, incluso en los momentos más duros de tu enfermedad, y ahora la tristeza
empaña nuestros corazones.
El primer quebrantahuesos nacido
en cautividad en el Pirineo oscense fue bautizado con tu apellido. Una rapaz
emblemática, de belleza elegante y movimientos sobrios, con la que buscaban
homenajear al pintor de Naturaleza más importante de nuestro país. Extiende tus
alas, amigo Fueyo, y vuela entre esos bosques de árboles centenarios que solo
para tu disfrute han perdido las hojas y muestran su esencia, atrapa, una vez
más, toda su belleza y disfruta de este nuevo viaje.
Elena de la Puente
Precioso artículo. Un lujo haberlo tenido en el instituto.
ResponderEliminarSolo de una admiración y de una amistad profundas, pueden brotar palabras tan bellas.
ResponderEliminarGracias Elena.
Gracias Fernando.
Hay tanto amor y reconocimiento en estas palabras que emocionan. Fernando Fueyo no ha podido estar mejor acompañado en su último viaje. Gracias por este homenaje Elena.
ResponderEliminarEmotivo y hermoso homenaje lleno de amor y reconocimiento. Fernando Fueyo no ha podido estar mejor acompañado en su último viaje. Gracias Elena.
ResponderEliminarMuy buen homenaje. Fue un regalo inolvidable haberle escuchado. Gran persona.
ResponderEliminarLa magia que tenías como ARTISTA en mayúsculas, acerca nuestra mirada hacia la naturaleza.
ResponderEliminarGracias por hacernos sentir toda la bondad que llevabas dentro. GRANDE FERNANDO!!! Hasta siempre.